Cuando
Jesús entra de forma creativa en nuestra historia nos abre nuevos caminos de
esperanza… Y esta historia todavía continua…
Visión
franciscana de la Navidad
Francisco
de Asís sentía una profunda fascinación por todas las criaturas; desde esta
fascinación contempló también el nacimiento de Jesús. La belleza de Dios estaba
presente en la naturaleza y de modo particular en su fragilidad y la humildad.
Estamos acostumbrados a contemplar a Dios como todopoderoso, omnipotente,
omnisciente... Pero aquí, en el misterio de la encarnación, Dios ha elegido un
nuevo paradigma de simplicidad, debilidad e impotencia, simbolizado en un bebé.
Le hemos pedido a nuestro hermano José Ángel Echeverría, responsable de la
actualización del Lexicon capuchino, que comparta con nosotros sus sentimientos
sobre la Navidad. Esta fue su respuesta: "El que sabe hacerse niño, ve a
través de los ojos de Dios. El Dios Creador, desprendiéndose de su omnipotencia,
nos ha comunicado una nueva imagen de sí mismo. Una imagen de un niño pequeño
que depende de sus padres y de otros muchos. El poder se trasforma en amor.
Dios mismo quiere que cambiemos la visión que tenemos de Él. El poder se
trasforma en amor: Dios es misericordia y pasión”.
Abrámonos
y dejémonos tocar por la eterna sabiduría de la humildad afectuosa de nuestro
Dios. Hay caminos de esperanza para nuestra fragilidad y nuestro sufrimiento.
La vida es un valor siempre lleno de desafíos, el mayor de todos, descubrir la
bondad escondida en todas las criaturas. André Ménard, teólogo capuchino
francés, utiliza este criterio para hablar de la definición de la fe en san
Buenaventura: "La fe según san Buenaventura reconoce la presencia oculta
de Dios en todas partes, sobre todo en la creación".
Hay
muchas maneras de manifestar al Dios oculto. El servicio humilde podría ser uno
de ellos. Este es un tiempo oportuno para hacer este trabajo en el camino
franciscano-capuchino. El hermano Mauro, nuestro Ministro General, en su reciente
carta a la Orden sobre “La Gracia del Trabajo" nos dice en su número 7:
“el trabajo no tiene solo un valor de subsistencia, el trabajo también nos
proporciona sentido a la propia vida, contribuyendo a la realización de la
propia humanidad… Es necesario que pidamos al Señor la gracia para hacer
concreto y visible lo que afirmamos y predicamos con respecto a la obediencia,
el sacrificio y la voluntad de servir hasta donar la propia vida por el crecimiento
y la promoción de los otros. Aceptar la propuesta de un trabajo o un servicio
fraterno interpela la dimensión misma de nuestra fe y exige una continua
educación a la oblación y a la gratuidad”.
Sí,
deberíamos trabajar como María y José. El tiempo de Navidad y de Año Nuevo, sin
duda, nos ofrecen muchas oportunidades de servir a los demás, a veces, de una
manera muy insignificante y humilde. Sería una buena manera de celebrar la
Navidad y el Año Nuevo, identificarnos con los trabajadores humildes de nuestra
sociedad en la que la gracia del Hijo encarnado está escondida de una manera
mística.
Muchos
elementos de nuestro mundo nos pueden llevar a la desesperación. Podemos tener
experiencias y dificultades que nos acosen con sus dicotomías y con las
incongruencias de las personas y las diversas situaciones de nuestra vida, pero
el Espíritu de Dios encarnado, siempre está presente en este mundo y nos ayuda
a estar conectados a la vida, de modo que este Espíritu nos revitalice. Durante
este tiempo se nos brinda la oportunidad de llegar a nuestros hermanos y
hermanas de la periferia, a las que en tantas ocasiones el Papa Francisco nos quiero
llevar. No debemos perder la dimensión contemplativa de nuestras iniciativas.
El P. Willie Doyle (famoso jesuita capellán de las fuerzas armadas que murió en
acción en Francia en 1916 ) lo expresaba de la siguiente manera: Haced vuestra oración de forma simple, tan
simple como sea posible; no deis vueltas a la cabeza, amad mucho, y rezaréis
bien.
¡Nuestros
mejores deseos en el intento de recorrer de forma nueva los caminos propuesto
por Jesús y San Francisco¡