Curación, reconciliación y
espiritualidad
La semana pasada a través de una llamada telefónica,
una mujer confesaba que no era capaz de perdonar a su marido que padecía una
enfermedad crónica. La enfermedad le había cambiado el carácter y le había
convertido en la persona más desagradable de la familia. Vivir y acompañar a
una persona de estas característica se había convertido para ella en un
verdadero reto. De la llamada de teléfono se podía deducir que ambos estaban
necesitados de curación y reconciliación. La sabiduría de Dios se refleja
también en las propuestas de la psicología del Counseling que nos recuerdan que
todo necesitamos de algún tipo de curación que nos viene de los otros.
Especialmente los recuerdos no curados del pasado pueden hacer de mi presente
algo insoportable y algo hostil y negativo para los demás. Desgraciadamente,
hay muchas personas en nuestra sociedad que pasan su vida llevando y trayendo
todo tipo de negatividad fruto de sus heridas del pasado no cicatrizadas. A su
vez, estas heridas pueden traer una enfermedad o permanecer como algo que nos
impide disfrutar con entusiasmo de la vida.
La semana de la reconciliación en San Giovanni
Rotondo es, podríamos decir, uno de esos esfuerzo de la Orden Capuchina por
ayudar a muchos hermanos y hermanas a convertirse en terapeutas para los otros,
que antes se han curado a sí mismos. El poder de curar es un don gratuito de
Dios que el P. Pio rentabilizó al máximo.
El proceso de curación en el camino de crecimiento
es permanente. Antes de curar a los otros, uno se tiene que curar a sí mismo
personalmente: es necesario reconciliarse con las personas con las que tienes algo
en contra en tu historia pasada. No debemos olvidar que aquellos que ejercen el
ministerio de la curación han sido elegidos para este ministerio por el mismo
Dios. Todo franciscano ha sido curado antes para poder ayudar a los otros a
curarse. Un verdadero viaje espiritual nos exige estar en armonía con los otros,
con la naturaleza y, sobre todo, con el mismo Dios.
Mensaje del Papa
El Papa se confiesa cada quince días. Esté fue el
mensaje del día 20 de noviembre de la audiencia general en la plaza de san
Pedro de Roma; lo hace porque también él es un pecador y necesita ser
perdonado. Todos nosotros tenemos necesidad del perdón. Pero es necesario que
sea en el nombre de la Iglesia. El Padre-Dios nos invita al sacramento de la
reconciliación, dice el papa Francisco, que se ha convertido en una fuente de
inspiración para millones de personas en todo el mundo. Llamándose a sí mismo
pecador, el papa subraya la profundidad del sacramento de la reconciliación. Ha
hablado de los encuentros personales con su confesor, diciendo: “él escucha las
cosas que yo le digo, me aconseja y me perdona”. Esto es lo que hacen aquellos
que administran el sacramento del perdón, en el nombre del mismo Dios.
Según Fray
Jaime Rey, no tenemos que perder nunca de vista la perspectiva franciscana. El
mismo San Francisco experimentó a lo largo de su vida el amor incondicional y
misericordioso de Dios, y no pudo por ello de dejar de agradecer a Dios la
gracia de la misericordia. Envió a sus hermanos a mirar a las personas con los
ojos llenos de compasión, con la misma mirada de Jesús, y dar el perdón a quien
lo necesitaba.
Pidamos por el éxito de la Semana de la
Reconciliación que se va a celebrar en San Giovanni Rotondo entre el 25 y el 29
de noviembre de 2013. Esperamos, que en el futuro, podamos compartir con
vosotros los frutos de estos días.
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